Víctor Hugo
Víctor Hugo nació el 26
de febrero de 1802 en Besaçon, Francia, en el seno de una familia acomodada
de la época; su padre era por aquel entonces general de las tropas de Napoleón,
y más adelante sería distinguido con el título de conde por el emperador.
Por causa de la vida militar del general Hugo, el niño llegó a residir en Madrid, donde estudió.
Sus padres, Leopold y Sophie, se separaron cuando Víctor Hugo era todavía muy pequeño, quedándose el chiquillo con la madre, que era una mujer imaginativa y librepensadora a la moda, forma de ser que indudablemente ejerció su influencia sobre Víctor.
El que luego sería uno de los más grandes escritores franceses de su época, creció, pues, en un medio muy propicio para excitar la creatividad, obviamente cuando ésta se posee, de ahí que a los 14 años, el muchacho afirmara con toda la arrogancia que otorga la poca edad:”Yo quiero ser Chateaubriand o nada”.
En 1822, sus Odas, le consiguen una pensión de Luis XVIII, comienzo afortunado para un joven poeta en ciernes.
Posteriormente se casa con Adéle Foucher con quien tendrá cinco hijos de no muy propicio destino; el primero muere a los pocos meses de nacer y su hija Leopoldina ahogada en el Sena a los 19 años, junto con su joven marido –tragedia que mantuvo al escritor retirado de su trabajo por espacio de tres años-, luego es necesario internar en el manicomio a su otra hija, Adéle, y más adelante, en vida del novelista, fallecen sus restantes hijos.
Su temprano matrimonio con una amiga de la infancia, no le impidió vivir aventuras amorosas, entre las que destaca por su permanencia, la habida con Juliette Drouet, una de sus musas y mujer que le permaneció fiel siempre consagrándose a él de una manera abnegada y total, siendo su “ángel” en todos aquellos aciagos días que marcaron la existencia del escritor.
En cuanto a su hacer profesional, ¿qué puede decirse que no sea ya mas que sabido?
Víctor Hugo fue un escritor prolífico, a la antigua usanza, poeta, y dibujante y pintor muy estimable, cuyas obras artísticas encierran un sello de indudable encanto visual que hace soñar.
Aunque vivió una larga vida, empezó muy joven también a escribir y moverse en ambientes intelectuales. Creo el Cenáculo, grupo que reunía a muchos nombres que luego serían ilustres en el mundo de la literatura, y comenzó a recibir honores, como, por ejemplo, el de Caballero de la Legión de Honor.
Se inició con la poesía y el teatro, de éste citaremos sus dramas Cromwell, Orientales, Hernani, entre otras muchas, escribiendo su primera novela histórica en 1831, la famosa Nuestra Señora de París, sigue con las obras teatrales, María Tudor, Ruy Blas, poemas, Las hojas de otoño, por no abundar en un larguísimo etc.
Convertido en Par de Francia es elegido miembro por la Academia francesa en 1841.
Hombre comprometido política y socialmente, se exilia de forma voluntaria a la caída de Napoleón III, yéndose a las islas de Jersey y Guernesey. En aquellos años escribe Châtiments y Contemplations, asegurando, otra de sus frases inolvidables: “Cuando la libertad vuelva, yo volveré.”
Y de cierto que regresó a la patria con todos los honores.
Cumple 60 años y emprende la gigantesca tarea de publicar La leyenda de los siglos, y en 1862 Los miserables, en 1866 Los trabajadores del mar, y en 1869, El hombre que ríe.
Víctor Hugo alcanzó los 83 años, sobreviviendo a su esposa, y puede asegurarse que nunca dejó de escribir.
A su muerte se le tributaron grandes honores y todo París se echó a la calle en testimonio de admiración y afecto, así como muchos de sus ilustres colegas entre los que citaremos a Zola y Alphonse Daudet.
Reposa en el Panteón con la divisa:
A los grandes hombres, la patria reconocida.
Murió de una congestión pulmonar -años antes había padecido otra congestión, esta cerebral, de la que se recuperó perfectamente-, el 22 de mayo de 1885, coincidiendo la singular circunstancia de que su amante Juliette Drouet había fallecido el día 11 del mismo mes y año.
© 2000 Estrella Cardona Gamio
